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Por Guido Risso

NUEVAS CONSTRUCCIONES JURÍDICAS

El coronavirus nos interpela como sociedad y pone a prueba no solo nuestro sistema de vida, valores y prioridades, sino también nuestras construcciones políticas y jurídicas.
Desde hace dos siglos, sobre todo a partir de las revoluciones norteamericana y francesa, hemos desarrollado un modelo jurídico basado en la libertad, la igualdad y los controles al poder, el cual, luego de la tragedia de los totalitarismos que azotaron a Europa a mitad del siglo pasado, fue reforzado con el desarrollo de un constitucionalismo moderno que fortaleció a las democracias y fijó límites normativos mediante el derecho internacional de los derechos humanos.
Sin embargo, ahora que un virus pone en crisis nuestro sistema no tengo dudas de que vienen tiempos de mayor vigilancia y Big Data que afectarán a nuestras democracias y nuestros Estados de Derecho. Ahora bien, el interrogante que surge entonces es el siguiente: estos nuevos tiempos, ¿llegarán para quedarse?
Todos sabemos que, históricamente, el sitial del poder fue pasando del brujo de la tribu al teólogo, de este -sobre todo después de la Revolución Francesa- al burócrata, hasta que finalmente la Revolución Industrial, con tiempo y paciencia, sentó en el trono al economista, quien de repente ve amenazado su lugar de poder por el big data y la inteligencia artificial
En Europa ya se comienza a leer y oír que la vigilancia digital salva vidas, y muy seguramente en breve lo empezaremos a leer y oír en el hemisferio sur. Veremos entonces quiénes son los defensores de la vigilancia extrema en nuestra región.
En definitiva, este virus -tal vez- no hizo más que acelerar la historia, y probablemente desde el constitucionalismo tendremos que volver a empezar, pues cuando todo esto pase, cuando las vacunas aparezcan y el virus sea derrotado, lo que quedará será otro mundo, más vigilado, más controlado y con un poder más vigoroso y legitimado que, como todo poder, conlleva la pulsión de avanzar.

 

Fuente: www.lanacion.com.ar

 
 
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Todos sabemos que, históricamente, el sitial del poder fue pasando del brujo de la tribu al teólogo, de este -sobre todo después de la Revolución Francesa- al burócrata, hasta que finalmente la Revolución Industrial, con tiempo y paciencia, sentó en el trono al economista, quien de repente ve amenazado su lugar de poder por el big data y la inteligencia artificial.
En Europa ya se comienza a leer y oír que la vigilancia digital salva vidas, y muy seguramente en breve lo empezaremos a leer y oír en el hemisferio sur. Veremos entonces quiénes son los defensores de la vigilancia extrema en nuestra región.
En definitiva, este virus -tal vez- no hizo más que acelerar la historia, y probablemente desde el constitucionalismo tendremos que volver a empezar, pues cuando todo esto pase, cuando las vacunas aparezcan y el virus sea derrotado, lo que quedará será otro mundo, más vigilado, más controlado y con un poder más vigoroso y legitimado que, como todo poder, conlleva la pulsión de avanzar.